La afición del Betis, ejemplar: un ascenso jugando en casa.
Sabadell, Gerona, Gijón, Barcelona, Huelva... Ejemplos de la entrega del beticismo con su equipo .
Por Jesús Sevillano, 25 de mayo de 2015 21:36 h.
Todo el mundo partía al inicio de la temporada con la idea de que el Betis era el máximo favorito para el ascenso a Primera división. Lo ocurrido el curso anterior, con el descenso más ridículo de la historia del club, y las catorce primeras jornadas ligueras, con Julio Velázquez en el banquillo, hicieron dudar a mucha gente, pero no a la siempre fiel afición del conjunto verdiblanco, que prácticamente en todo momento creyó en sus jugadores y confió en que la situación se recondujera, aunque eso no ocurrió hasta el cambio en el banquillo. Por eso el beticismo tiene un porcentaje muy importante en este ascenso, el duodécimo que el club verdiblanco consigue a Primera en toda su historia y el que todos se están empeñando en decir que sea el último regreso a la máxima categoría para estabilizar al club con los mejores durante muchos años. Básicamente porque la afición bética ha hecho que su equipo juegue como equipo local no sólo en los partidos que ha disputado en el Benito Villamarín, sino que en todos los desplazamientos, pese a tener sólo uno cercano (Huelva), siempre ha habido un buen número de seguidores verdiblancos, teniendo en cuenta que la mayoría de viajes eran desde el centro hasta la parte norte del país.
Todos pensaban que en casa, con 37.000 socios, el Betis iba a firmar unos números de asistencia brutales, como así ha sido. Una media superior a los 30.000 espectadores en los partidos disputados como local hacen que el verdiblanco haya sido el club que más afluencia ha tenido en este curso 2014-15. Hasta ahí todo dentro de lo normal. Pero donde la afición del Betis ha sorprendido ha sido en los partidos jugados lejos del Villamarín.
El primero destacado fue el debut. El sorteo del calendario fue caprichoso e hizo que el Betis jugara el primer partido en Sabadell, Cataluña, donde se sabía que la colonia bética en tierras catalanas no dejaría solo al equipo. Y así ocurrió. No iba a hacer mucha falta pero las peñas catalanas organizaron un encuentro para reunir a la mayoría de aficionados antes de acudir a la Nova Creu Alta. Más de dos mil béticos en las gradas del estadio sabadellense, que ofrecieron un recibimiento por todo lo alto al autobús del equipo y que durante el choque animaron sin parar. Pocas semanas después ocurrió lo mismo en Gerona, donde una auténtica marea verdiblanca dejó constancia del amor a unos colores a mil kilómetros de distancia.
En Gijón, dado el hermanamiento existente con la afición del Sporting, muchos béticos se dieron cita en las gradas de El Molinón, en el primer golpe en la mesa que dio el equipo ya entrenado por Mel. Luego, en la segunda vuelta, los noventa kilómetros que separan Sevilla de Huelva propiciaron la mayor presencia de aficionados verdiblancos «fuera de casa» e incluso se registraron en el Nuevo Colombino más seguidores del Betis que del propio Recreativo, como pasó también en el partido del Miniestadi ante el Barçelona B, donde las 15.000 localidades se agotaron en poco tiempo días antes del encuentro. Más de cinco mil béticos disfrutaron de su equipo, ya líder y dominador de la categoría, y de un triunfo, el cuarto en cuatro partidos en Cataluña, que dio un paso importante hacia el objetivo final.
El beticismo, que tan mal lo pasó el curso anterior asistiendo al peor descenso de categoría de los más de ciento siete años de historia, ha estado con su equipo «sin rechistar», como dice el himno de los Cantores de Híspalis. Así que no sería nada osado afirmar que en este ascenso la siempre fiel infantería verdiblanca ha tenido un papel fundamental para alentar al equipo en los mejores y en los peores momentos. Porque también hubo bastantes béticos en partidos malos, como el de Albacete o ante el Mirandés, ambos de la segunda vuelta, en los que el Betis no jugó bien y ni siquiera supo cómo ganar. Por los que disfrutaron viendo a su equipo lejos y por los que lo pasaron mal, por todos los béticos, va este ascenso.
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