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El betis y la maldición de lo aparente, una película de miedo.

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kako
kako el 03-02-2016 a las 12:16:24

El Betis y la maldición de lo aparente, una película de miedo.

El editorial de Manquepierda.

Publicado el 02 Feb 2016
 

Como si de una película de terror se tratara, el Real Betis sigue sin salir de su maldición particular. Una maldición asesina que lleva enfermando al club y aterrorizando al beticismo los últimos 24 años y que está a punto de asestar otro golpe mortal, esta maldición, que tiene muchos sicarios en la sociedad en la que vivimos se llama La maldición de lo aparente.

Esta película como todas las de terror, contiene breves momentos de esperanza e ilusión y grandes dosis de desengaño. El guión no podía estar mejor escrito por Alfred Hitchcock o Stephen King, en una ciudad histórica, de seres humanos históricos y tras la posible desaparición de un club histórico del fútbol español, aparece un aparente salvador con galones de aparente bético ilustre para llevar al Real Betis Balompié al paraíso, a la tierra prometida de un pasado lejano donde éramos uno de los equipos de referencia en España.

Como en cada película del género, al principio le cuesta arrancar, no menos de tres temporadas en Segunda División y cuando parecía imposible, un ataque de fe, honestidad y trabajo consiguen el milagro, subimos con 12 partidos consecutivos sin perder, 10 victorias y 2 empates. Aparentemente el Real Betis Balompié seguiría sufriendo en Primera División, donde le pertenece estar siempre, pero volvemos a sorprender a todos y vivimos los mejores años consecutivos de fútbol y quizás de resultados reales por continuidad en los últimos 60 años de historia. El beticismo se las prometía muy felices, éramos un club con solera, con dinero aparente y con un equipazo muy por encima del eterno rival.

Pero la maldición de lo aparente se había instalado en algún lugar recóndito del cuarto más oscuro del corazón heliopolitano. En su mejor momento, al Real Betis le atacan  las apariencias engañosas, vienen entrenadores que aparentemente ayudarían al equipo a crecer y aparentes grandes jugadores que nos llevaron a Segunda de nuevo, aparentemente teníamos un nuevo estadio, que jamás se terminó. Aparentemente teníamos éxitos en la cantera pero los equipos no tenían ni siquiera camisetas que ponerse en algunos momentos, aparentemente teníamos dinero y lo que no sabíamos es que nos lo estaban expoliando para dejarnos al borde de la muerte y en un estado crítico de intervención judicial. Años de penurias y dolores que aparentemente eran normales, excepto un par de ellos en los que se demostró que el deporte y la afición pueden llevar al equipo mucho más allá de lo que merece. 

El primer ataque masivo de la maldición de lo aparente fue devastador, cobrándose sus primeras víctimas, con la clasificación para la Champions, Serra Ferrer, el entrenador aparentemente más honrado (sabiendo lo que nos ha caído siempre, cualquiera se fía ahora de las apariencias) pronunció unas palabras que a la postre demostrarían quien fue el primer super malvado que la maldición de lo aparente nos envió: “El Betis será lo que Lopera quiera que sea”. Y Lopera no quería el Betis que quería aparentar que quería. Lopera quería un club y una afición esclava que mirara para otro lado mientras enriquecía a sus amigos, allegados y a él mismo en un sinfín de tropelías y actos dictatoriales.

Aceleraré por lejano y conocido un poco ahora el ritmo de la película, aparente intervención judicial con una aparente jueza de las de verdad, y con unas plataformas que aparentemente serían las custodias del nuevo Betis, que aparentemente nos libraría el aparente bético con toda su aparente directiva, esa que aparentemente quiere decirme ahora que confíe en ellos, que nos dejó mil veces alanceados pero nunca muertos.

Aparente nueva directiva bética de aparente éxito que aparentemente quieren modernizar el club pero que traga y vuelve a tragar con los negocios y chanchullos de sus aparentes amigos y un entrenador que aparentemente era muy bético, aparentemente bueno y que aparentemente quería hacer cosas grandes con el Real Betis pero que lo vio desangrarse, perder una y otra vez contra el eterno rival excepto en algunas ocasiones en las que jugadores que aparentemente no aguantaban un partido entero y que ahora aparentemente aguantan dos seguidos nos dieron alguna gloria. Ese aparentemente entrenador-escritor no fue capaz aparentemente de alzar la voz con todo su aparente beticismo para exigir lo que aparentemente necesitaba.

El mundo parecía perdido, el Real Betis condenado a ser un equipo mediocre, de directivas mediocres, de interventores mediocres, de jugadores mediocres, en Segunda, ninguneado por equipos mediocres. Y admitámoslo con una sola cosa decente y eterna, su afición. Sin ella el Real Betis no existiría, ni existirá.

Pero la afición estaba aparentemente desquiciada, no sabe ya en quien creer, sigue pensando en un aparente mesías con mucho dinero aparente. La afición ha mantenido la fortaleza pero dejó de creer, demasiadas apariencias, demasiadas máscaras descubiertas que han ido minando la disposición de las organizaciones de béticos y manteniendo una pelea en redes sociales que realmente es más un desquite y un soltar tantas y tantas emociones negativas.

Volvió el entrenador aparentemente bético y aparentemente volvió a encauzar el timón deportivo, además aparentemente dijo que la afición tenía que exigir. Aparentemente se contrató a un director deportivo de aparentes garantías. Aparentemente el Real Betis situado en la mitad de la tabla con unos aparentes resultados pero un juego realmente pobre y aparentemente insidioso, con jugadores fichados solo aparentemente porque ni siquiera llegaron a debutar.

Comenzó la realidad de nuevo a hacerse palpable y volvieron las pesadillas, quedaban esperanzas hasta ayer. Llegados a este punto de la película, debe haber un giro que aterrorice de nuevo a la afición, y la maldición ha atacado nuevamente cobrándose en la noche de ayer nuevas víctimas.

El 1 de Enero de 2016 la maldición de lo aparente salió definitivamente de su escondite y recorrió las oficinas del Benito Villamarín como un fantasma viejo pero poderoso aún, silenciosamente se coló en la sala de juntas donde se decidía el futuro a corto plazo de la entidad, miró fríamente a los ojos de los que allí estaban y sin hacer concesiones, arrebató la confianza en los que componen y usan la planta noble del beticismo, ataques demasiado frecuentes de la maldición de lo aparente que llevamos años sufriendo, tantos que ya son más los que piden guerra, que los que piden paz.

El aparente director deportivo, que aparentemente tiene muy buenas palabras y que aparentemente venía a hacer un Real Betis del que sentirnos orgullosos ha perdido el apoyo que aún le quedaba con su aparente falta de profesionalidad y con sus aparentes intereses ocultos que empiezan a sonar en los mentideros y en los artículos de algunos aparentes periodistas que callan cuando tienen que hablar y hablan a destiempo. El entrenador que aparentemente sirve a la directiva del Betis de momento, al que aparentemente van a dejar que maneje la nave del primer equipo y que no supo manejar la nave del filial con garantías, que aparentemente es un hombre de la casa, aunque no se sabe muy bien si de la casa del Betis o de la familia Ramos, aparentemente claro.  El antiguo entrenador que aparentemente entrenaba, pero que según los jugadores no lo hacía. Ese que aparentemente pedía exigencia y que ahora aparentemente dice que su error fue no plantarse en Septiembre, pero que ha cobrado como si hubiera entrenado todo el año y dejando al Betis en primera, aunque aparentemente por sus números no lo iba a estar.

Un coordinador de cantera con un nombre aparente, pero que por lo visto por tal de conservar el puesto, aparentemente está dejando que los aparentes representantes y con la venía del aparente Macià se hagan negocios y se aparte a jugadores de compromiso y calidad.

Unos aparentemente buenos resultados económicos que nunca se ven reflejados en inversión real para el equipo, unos aparentes consejeros de buenas maneras pero pocas palabras que lanzan muchos aparentes proyectos pero que de momento se cumplen a cuentagotas y con alguna desidia aparente.

Un presidente con apariencias pero sin que aparezca todo lo debido, en un puesto muy aparente que ocuparon anteriormente aparentes inútiles más parecidos a un utensilio de cocina para tomar sopa que a presidir, de hecho aún no se sabe que está presidiendo o sí está poniendo sólo la imagen como una aparente leyenda bética, que ni habla, ni lucha como lo hacía aparentemente antes cuando no cobraba del club.

Un aparente equipo médico con demasiados años y pocos logros viendo el nivel de lesionados de gravedad que año tras año azotan al Real Betis, unos aparentes preparadores físicos que aparentemente hacen su trabajo lo mejor que pueden pero que está claro que no es suficiente.

Jugadores aparentemente buenos, como Van der Vaart, que aparentemente ha venido a comer y a beber bien, que no ha sabido o no ha querido hacer nada por los más de 40 000 socios que no son aparentes sino reales, sino que se lo digan a sus bolsillos.

El equipo es un equipo aparente, la mayoría de los partidos aparentan que no quieren correr, y en alguno, sólo ante las cámaras y ante los equipos grandes, aparentan que son hasta jugadores de fútbol.

Hasta en lo que no concierne al Real Betis la maldición está haciendo estragos, esos aparentemente honestos árbitros de primera que son aparentemente ciegos o aparentemente faltos de conocimiento de reglas tan básicas como la agresión, las faltas dentro del área o los fuera de juegos. Quizás en una aparentemente deshonesta y salpicada por la corrupción LFP, los escarnios arbitrales sea aparentemente normales. Aunque aparentemente el Real Betis no haga nada por luchar contra ello.

Motivos de sobra para dejar demostrado que “La maldición de lo aparente” está matando al Real Betis, las apariencias con su ejercito de ídolos de barro y sus flechas de secretismo políticamente correctas está eliminando uno a uno los valores que han caracterizado siempre al Real Betis.

Estamos en uno de los momentos cumbres de la película y para que esta tenga un final feliz sólo existe un héroe que tiene la llave que abre todas las puertas y que sea capaz de llevarnos por el camino correcto, la afición. La afición es la única que puede cambiar el rumbo de esta maldición. Pero los aficionados están aparentemente divididos, en ese punto en que no se lo cree, sigue pensando en que alguien de buenas apariencias nos va a salvar. Aún sigue en sus trece de que las apariencias son las que marcan el camino, y aún no comprende que es esa la que nos ha condenado al circo en el que nos hemos convertido hoy.

La afición es la única soberana, la que tiene que pedir y exigir, pero es que la afición está pidiendo apariencias, Ahora Betis Ahora y la candidatura de Castaño han demostrado ser sólo apariencia, no han demostrado hasta el momento que estén creando un Real Betis de béticos libres y preparados, aparentemente los que están son béticos con solera, aparentemente ilustres pero con muchas deudas que pagar aparentemente (y no sólo económicas) para poder haber llegado hasta donde han llegado. Y claro, aparentemente primero las van a pagar con sus más allegados, como casi todos los que adquieren poder, no es nada nuevo.

Necesitamos un Real Betis que de la cara siempre, antes, durante y tras los problemas. Un Betis sin apariencias y sí muchas realidades. La única posibilidad que tenemos de sobrevivir es quitarnos la máscara, luchar por el Real Betis desde los hechos, hablar claro a los béticos, anteponer la transparencia y el trabajo al secretismo y las necesidades del guión.

Necesitamos una directiva que no permita que sus empleados se rían de los clientes, que son muchos más de los que asisten al Villamarín, necesitamos trabajadores que cuando sientan la misma vergüenza que cualquier aficionado de a pié, puedan hablarlo en público, que se puedan aceptar las críticas, que haya continuo diálogo, que los béticos veteranos puedan hacer informes de mejora, que se cuente con los ricos y los pobres. Donde el bético de a pié tenga más presencia, donde los medios de comunicación más humildes puedan hacer crecer al Real Betis y no sean sólo unos molestos compañeros. Necesitamos una directiva que deje claro las comisiones que se cobran por cada fichaje y cuanto dinero hay real para fichar.

Necesitamos de personas que no aparenten ser nada, pero que lo sean todo. Porque lo contrario nos está matando.

Es muy difícil porque la afición aparentemente está en lucha consigo misma, entre los que sólo desean dioses que aparentemente vengan a salvar al Real Betis y los que sólo desean que eliminen a los humanos que aparentemente gobiernan y no parece que estén haciendo mucho en la lucha por tener un Real Betis a la altura de la afición. Digo aparentemente porque creo ciegamente en esta afición que algún día tendrá que despertar e ir a tragarse al monstruo de las apariencias.

La maldición de lo aparente nos tiene atados, heridos de muerte y amenaza con llevarse una de los amores más puros que se pueden tener en esta vida. La ilusión de ser del Real Betis Balompié, el orgullo de pertenecer a este crisol de personas que día tras día se unen bajo una sola voz. El final de la película está por escribirse y como en los libros de antaño de “Escoge tu propia aventura”, la afición será la que decidirá si permite que el Real Betis siga muriendo por las apariencias, o que la maldición se vaya y tengamos a profesionales nada aparentes pero llenos de ambición, profesionalidad y sin ninguna deuda aparente que pagar.

¿Qué final vamos a escribir?

 

www.manquepierda.com/blog/107091-el-real-betis-y-la-maldicion-de-lo-aparente/

(#1816201)
1958
1958 el 03-02-2016 a las 15:14:48

Me imagino que en su casa, hay uno que aparece en el artículo, descojonándose de risa viendo a estos inútiles que no aguantan ni un año de presidente y que no tienen ni idea de cómo llevar esta Institución tan grande que es el Real Betis Balompié. Somos el hazme reir del fútbol y mientras estos okupas que presumen de béticos estén ahí, no hay nada que hacer. Ojalá me equivoque, pero las sensaciones, son malísismas y para colmo de males, en lo deportivo, el fracaso de los fichajes de verano, los no fichajes de invierno y el desagradabke tema de Rubén Castro.

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