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Alfredo Megido

Alfredo Megido

Megido, de la Copa a La Habana

 

 

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Megido y Rubio, en un derbi

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Megido, en septiembre de 1976

 

 

Alfredo Megido Sánchez nació en Peñaflor en 1952, pero que viniera a la vida en este pueblo sevillano y acabase jugando en el Betis sólo fue una casualidad del destino. Nació en Peñaflor porque sus padres, asturianos, tuvieron que emigrar para que el cabeza de familia trabajase en la mina de cobre del último pueblo de Sevilla antes de entrar en Córdoba. Al año de nacer, sin embargo, viajó a la tierra de sus padres y allí empezó a jugar al fútbol. Primero, en el Ensidesa, que años después se fusionó con el Avilés para dar lugar al Avilés Industrial, y después en el Sporting. Entre 1971 y 1975, Megido defendió el escudo rojiblanco en algo más de 100 partidos de Liga y fue compañero de delantera del mítico Quini. El año que murió Franco, el destino y la casualidad, o quizás su fuerte carácter, hicieron que el Sporting lo vendiese por 15 millones de pesetas y que volviera al sur, a Granada. En la ciudad de la Alhambra sólo estuvo una temporada, y además espantosa, ya que el equipo descendió a Segunda. Y fue entonces cuando lo fichó el Betis de Ferenc Szusza.

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Megido, abajo a la izquierda en una alineación de la 76-77

 

 

Más que por sus goles, apenas dos en toda la campaña liguera, o por su participación en el título de Copa del 77 (marcó cinco goles en las distintas eliminatorias y fue titular en la gran final ante el Athletic), Megido será recordado siempre como aquel delantero díscolo pero extraordinario con un pelo muy singular. Porque aparte de sus virtudes futbolísticas, la imagen de Megido que quedará para la posteridad es la de su redonda melena, casi a lo afro, grabada para siempre en la memoria de los que entonces eran niños.

Tras la histórica campaña 76-77, Megido se marchó cedido al Girondins de Burdeos. Las cosas del carácter. Luego regresó, y además ayudó al Betis a ascender a Primera en 1979. Al final de esa temporada se acabó su etapa verdiblanca. Estuvo un año en el desaparecido CD Málaga y dos en el Hércules y en 1983 se retiró.

Medio siglo después de poner fin a su vida futbolística, Megido está en La Habana. Allí trabaja como representante de una empresa de Zamora dedicada a la construcción. Su característica melena es historia, pero queda un pequeño resquicio, un bigote que recuerda lo que un día fue una seña de identidad. El otrora delantero vive en Cuba desde 1996, pero la Federación Española de Fútbol fue incapaz de localizarlo y se perdió el homenaje que se dio el mes pasado a todos los futbolistas que se habían puesto la camiseta de la selección. Los compañeros del periódico asturiano La Nueva España, sin embargo, sí que lo encontraron, y en sus páginas reconoció que su carácter había sido su enemigo en muchas fases de su carrera balompédica. “Era inexperto y por eso cometí muchos errores, como enfrentarme al público cuando me pitaba o pegar un puñetazo a un rival veterano que me provocaba llamándome maricón o escupiéndome. Pagué muy caros esos pecados de juventud”, decía.

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Megido, en medio, en el Centro Asturiano de La Habana

 

 

Así era y así es Megido, un futbolista legendario que marcó el gol número 500 de la historia del Sporting (y en el Bernabéu, casi nada) y que ganó la I Copa del Rey Juan Carlos I con el Betis. Y la saga sigue, porque su hijo Alfredo también ha salido delantero y juega en el Astur, de la Tercera asturiana.

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