Ramón María Calderé

Calderé y su reto de dignificar al Teruel

 

 

Calderé es ahora el nuevo técnico del Teruel

Con Manolo Hierro y Rojo, en el vestuario bético.

Calderé, con Salinas, Zubizarreta y Michel en la seleccion.

En un partido en Heliópolis, junto al Puma Rodríguez.

 

 

Ramón María Calderé (Vila-rodona, Tarragona, 16 de enero de 1959), internacional absoluto con España -debutó ante Gales el 30 de abril de 1985- y uno de los emblemas del Barça de la década de los 80, recaló en el Real Betis, sumido en una grave crisis deportiva, allá por el mes de julio de 1988. El once que entonces dirigía Eusebio Ríos cumplía la primera fase de construcción y el ex azulgrana asumía los galones de fichaje estrella después de haber alzado una Copa del Rey, una Liga y una Supercopa en el Nou Camp.

Durante un partido en Heliópolis ante el Athletic.

 

 

 

Calderé se ejercita junto a Romo y Miguel Angel I.

 

 

El cuadro heliopolitano descendió a Segunda División tras perpetrar una campaña nefasta, con Ríos y Cayetano Re en el banquillo, aunque el tarraconense decidió continuar un año más en Sevilla. Su plan: regresar a la máxima con el plantel de las trece barras, que sólo hurgó sus pecados durante un ejercicio en la categoría de plata, que abandonó con Julio Cardeñosa de entrenador. El mediocentro fue un fijo en las alineaciones, un emblema de la recuperación.

 

 

Tras cumplir su objetivo, Calderé decidió emigrar a su Cataluña natal para enrolarse en la disciplina del histórico Sant Andreu, en Segunda B. En el Narcís Sala completó tres campañas y, desde allí, decidió iniciar su carrera en los banquillos. Tras cursar el nivel requerido, el ex jugador asumió la dirección deportiva de la Unión Deportiva Castelldefels a finales de los 90. Gavá, Cornellá, Badalona, Ceuta, Premiá y Reus fueron sus destinos antes de firmar por el Teruel, al que actualmente dirige en el grupo aragonés de Tercera.

 

 

En Pinilla es un auténtico ídolo y, tras un sensacional inicio de Liga, ha logrado que el conjunto turolense, un clásico de Tercera, sea un firme aspirante al ascenso a Segunda División B. Ahora, y desde la distancia, recuerda su estancia en Heliópolis, un barrio “del que guardo un cariño muy especial”. Mientras, y según asegura, trata de “dignificar el nombre del Teruel, que por su historia ya se merece salir de este pozo”.

 

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