Athletic club de bilbao - real betis balompié [post oficial]

Sólo dos personas con poder decisorio en el Betis permanecen en sus cargos durante las últimas cuatro temporadas, en las que, disparates y vergüenzas institucionales al margen, el equipo no ha sido capaz de competir con dignidad y rara vez ha vislumbrado un horizonte distinto al de la permanencia en la categoría. Siete entrenadores -contando dos veces a Paco Chaparro- y un sinfín de futbolistas nuevos han pasado con más pena que gloria por la plantilla. Pero el máximo accionista, Manuel Ruiz de Lopera, y su director deportivo, Manuel Momparlet, continúan en sus cargos y de manera relativamente cómoda.

Al primero, la afición, aunque ya no lo vitorea, lo ha dejado en un tercer plano de sus protestas tras la plantilla e incluso algún entrenador; al segundo, salvo los periodistas, nadie le ha pedido responsabilidades y sólo ha de rendir cuentas al primero, a quien le vale cualquier excusa y sólo pretende de sus dos o tres altos cargos obediencia sin más.

Así, por mucho que entre ambos han movido el banquillo y la plantilla, la resultante ha sido la misma o incluso peor que el curso pasado, ya que el equipo anda con el agua hasta el cuello. Incluso que esta temporada, con la mediación de Chaparro, la política de fichajes haya sido más correcta no ha servido para nada.

Los futbolistas, fruto de esa situación convulsa que vive la entidad, se han aburguesado y en ese estado de comodidad acaban también los que llegan pese a que aterricen con ganas. Notar en carnes propias cómo es la entidad y cuáles son sus objetivos y el proceder de sus cabezas visibles es descorazonador para el primero de los futbolistas, quien lejos de contagiar su carácter ganador al resto prefiere abandonar la tarea a la mitad sabedor de que el castigo es imposible por la propia incapacidad de las personas que rigen sus destinos.

Ha pasado esta temporada con Mehmet Aurelio y con Oliveira y en menos medida con Sergio García y Emana, cuyo caso quizá fuese inverso, ya que el compromiso que adquirieron fue más obra del trabajo de Chaparro con ellos que de las ganas con las que llegaron. El propio entrenador, aunque nunca tiró la toalla, acabó abrumado tras verse ligeramente desautorizado en el affaire que mantuvo con Xisco.

Lopera, quien siempre mantuvo entre sus correligionarios que la propia afición del Betis acabaría con Chaparro, como así fue, aguantó al técnico trianero y hasta se permitió el lujo de esperar una segunda respuesta negativa de la grada antes de destituirlo. Pero, como él mismo sabía, el cambio de entrenador no era la solución y, cinco jornadas después, así se ha revelado.

José María Nogués, al menos, hizo un gran trabajo, al captar y dirigir en sentido positivo las renovadas energías de su plantilla ante el relevo en el banquillo. El descontento de algunos y los nuevos bríos que insufló a otros le sirvió para ganar sus dos primeros partidos y sacar al equipo de la zona procelosa de la tabla.

Pero, evidentemente, una vez que esa necesidad imperiosa de puntos ha desaparecido, el equipo ha vuelto a las andadas. Ya no existe apenas compromiso y sí el acomodamiento para no exigirse y sí pensar que los cuatro o cinco puntos que puedan faltar llegarán por sí solos, por la propios inercia de la competición o de hallarse en el camino a rivales sin objetivos como el Almería o el propio Valladolid en la última jornada.

Valencia, Espanyol y Atlético de Madrid han puesto nuevamente al Betis en el lamentable sitio que hogaño ocupa en el panorama futbolístico nacional y la reacción no se atisba porque, futbolísticamente, todo sigue igual.

El fútbol que despliega el equipo verdiblanco -y no es responsabilidad de Nogués porque apenas ha tenido tiempo ni, sobre todo, el clima apropiado- continúa siendo malo, como en los últimos días de Chaparro. No hay implicación ni aptitudes defensivas y todo se fía al albur de lo que, individualmente, puedan realizar algunos de sus atacantes.

Da igual el sistema a emplear, que la línea defensiva se sitúe unos metros más atrás, que hayan extremos o interiores, uno o dos delanteros, e incluso esas primas veladas que hasta frustran a una plantilla que no moverá un dedo por ellas. El problema del Betis, cuatro años después, es el mismo.

Clasificatoriamente hablando, la situación actual del Betis recuerda sobremanera a la de la primera temporada de este póquer infame y a la siguiente, toda vez que en la pasada, pese a que el equipo también anduvo metido en el fango, sacó los pies con la suficiente antelación.

El Betis que actualmente dirige José María Nogués suma 37 puntos en la 15ª plaza y se encuentra a sólo tres de la zona descenso, cuyo límite marca el Sporting con 34. Presumiblemente, necesitará para garantizar la permanencia entre tres y cinco puntos más en las cuatro jornadas que restan para el cierre, en la que viajará a Bilbao y Málaga y recibirá, de forma alterna e intercalada, a Almería y Valladolid, estos dos con sus objetivos cumplidos.

En la temporada 05-06, con Lorenzo Serra en el banquillo, el Betis logró la salvación matemática en la penúltima jornada, tras derrotar al Mallorca (2-1) en Heliópolis. A estas alturas, viajaba en la plaza 14ª con 37 puntos, los mismos que ostenta en la actualidad, y su ventaja sobre el 18º clasificado, el Alavés, era de cuatro puntos, uno más de los que hoy lleva al Sporting.

Un año después, con Irureta primero y Luis Fernández después en su banquillo, el Betis arribó a la jornada número 34 con un punto menos, 36, en la 15ª posición, pero con seis de ventaja sobre Real Sociedad y Celta, que marcaban el límite de la zona peligrosa. Uno más en sólo tres partidos y un 0-5 en casa frente a Osasuna hicieron necesaria la llegada de urgencia de Chaparro al puente de mando. Con el trianero, el Betis logró el triunfo en Santander (0-2) en la última jornada y selló un año más la permanencia.

El pasado curso también resultó decepcionante y el Betis, de la mano de Héctor Cúper, hizo el ridículo y llegó a estar incluso último clasificado. Cuando nadie apostaba nada por el equipo, regresó Chaparro y, con números de equipo de UEFA y el mejor fútbol que se recuerda, visó la permanencia a falta de cinco jornadas en el Vicente Calderón. Así, una fecha antes de la actual sumaba 44 puntos y sólo la mínima incertidumbre matemática y que fuese el Zaragoza quien marcase el territorio innoble con 38 puntos, generaban alguna duda.

Este curso, sólo es seguro que el Betis no estará matemáticamente salvado ni ganando en Bilbao el sábado. Es más, difícilmente llegará sin estar implicado a la penúltima jornada.

                                   VS

esperemos ver wen partido de nuestr betis. musho betis¡¡

En San Mamés, en la Catedral, tiene el Betis la oportunidad de encarrilar su permanencia en Primera. Su problema, su gran problema, es que este enunciado cansa ya por repetitivo. El equipo verdiblanco lleva cuatro temporadas desperdiciando más y más partidos en los que un triunfo equivalía a la salvación.

El Betis ha ido más allá del dicho y no ha tropezado dos veces con la misma piedra, sino cuatro. Son las temporadas que lleva peleando por la permanencia hasta ultima hora, fruto de una irregularidad y una falta de tensión impropias de un equipo confeccionado para vivir con calma. En teoría, porque la práctica demuestra que la competitividad del Betis sólo le da para sufrir. Y donde mejor se ha notado ese déficit es en los momentos clave, cuando el calendario le ha ofrecido la oportunidad de alejarse definitivamente del peligro o certificar su salvación. Sólo esta temporada ha mandado ya al limbo tres ocasiones consecutivas para alcanzar la barrera de los 40 puntos (Valencia, Espanyol y Atlético).

El historial de fiascos verdiblancos en estas finales es amplísimo. En la 2005-06, el equipo de Lorenzo Serra Ferrer alcanzó los 37 puntos en la 32ª jornada tras empatar en Cádiz (1-1). La salvación al final estuvo en 40 puntos, pero el Betis necesitó cinco partidos para dar ese pasito. En la 33ª perdió con el Celta (0-2), en la 34ª con el Espanyol (2-0), en la 35ª sólo empató con el Athletic (1-1) y en la 36ª cayó en el campo del Alavés (2-0). Un triunfo en Vitoria le habría dado la permanencia. El Betis tuvo que esperar a la penúltima jornada para alcanzar su meta (2-1 al Mallorca).

La historia se repitió en la 06-07. La salvación de nuevo se situó en los 40 puntos y el Betis de Luis Fernández tenía 37 después de la 35ª jornada. En aquel partido, un 1-1 ante el Nástic gracias a un gol de Xisco en el descuento, los verdiblancos casi se habrían asegurado la permanencia en caso de victoria, porque habrían dejado el descenso a seis puntos con sólo nueve en juego. Apartir de aquella cita, el Betis se estancó: perdió 2-1 con el Celta, cuando empatar casi lo salvaba, y luego vino el 0-5 ante Osasuna. Después llegó el archifamoso encuentro de Santander, en el que el Betis llegó a estar virtualmente en Segunda hasta que Edu lo rescató a falta de diez minutos para el final.

En la 07-08, el Betis de Paco Chaparro sí llegó a la meta con cierta antelación, en la antepenúltima jornada, pero antes desperdició otro par de ocasiones para evitar sufrimientos innecesarios. En la jornada 33ª dejó el descenso a siete puntos tras ganar al Atlético (1-3), pero luego le dio por perder con el Villarreal (0-1) y empatar en Almería (1-1). En la 36ª tampoco pasó de la igualada con el Valladolid en La Cartuja (1-1), pero el puntito le sirvió para lo que quería gracias a la combinación de otros resultados.